Celebro el regalo del atardecer
y sus iridiscencias.
Hay un mar de nubes cárdenas
adornando el arrebolado cielo.
Abro mis ventanas de par en par,
permito que vuelen en libertad
aquellas golondrinas
que un día anidaron en mi pecho.
Charcos de luz en el crepúsculo
traen alondras a mi balcón.
y su alegre canto me sugiere
el nacimiento de la alborada.
Un renacer de vida plena
en algún lugar donde la belleza
ocupe el ilimitado espacio
donde ocurre la vida.
Eva García Madueño.